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Creando escuela

lunes, 21 de abril de 2008

Entre las piernas de una desconfiada III

Si por mí hubiese sido, le hubiera arrancado toda la parte superior pero tampoco era un animal - estaba cerca de serlo pero no lo era - asi que espere pacientemente aunque de buena gana, al menos me hubiese sacado ya la polla para que se tensara sin obstaculos textiles.

Y... ¡me mintió! porque llevaba ropa interior negra y no color crema como decía. ¿Tendría los pezones y aureolas oscuras? Le costó horrores sacarse los sostenes pero al final lo hizo aunque poniendo sus antebrazos por delante para que no viera con comodidad sus tetas. Me miró como esperando un cambio de actitud por mi parte y con el rostro realmente acojonado.

YO- ¿Cuanto hace que no follas?

No contestó. Bueno tampoco esperaba una respuesta y menos a una pregunta así. La verdad es que estaba arriesgando mucho y supongo que los que estáis leyendo todo esto o no os lo creeis que realmente pasó o simplemente de ser cierto y de ser ella vuestra novia, me moleis a palos. Comprensible.

Tuve que ayudarla un poco y aunque dió un repingo al notar mi mano en su antebrazos, comprendió que lo que le pedía era simplemente que dejase bien al aire sus tetas. Lo hizo después de un intercambio de miradas, yo de poderío y ella de acojone con... ¿algo de morbo? Igual fueron imaginaciones mías. No lo se. Al menos en ese momento.

Ahí estaban... dos estupendas tetonas, con buen volumen, abultadas hacia fuera y sí, pezones y aureolas rosadas que pedían a gritos una boca mamadora experta. Un Vampiro Blanco, se hubiese avalanzado sin más a chuparlas y lamerlas pero no quería tampoco ser brusco. Mi objetivo, tal vez ya perdido, era ponerla cachonda y confiaba plenamente con mi boca y mi lengua en sus pezones. Si los tenía la mitad de sensibles de lo que intuía, tenía alguna posibilidad de llegar a más.

Entonces oí la voz ténue de Merche que me decía "Acaba rapido".

Acercándome a su teta izquierda, primero le dediqué algunos suaves besos combinados con suaves caricias en la otra mama. Merche no reaccionaba lo más mínimo. Su respiración era lenta y todo lo calmada que podía ser en esas circunstancias. Continué así unos segundos hasta que decidí aumentar la intensidad. Ya no le dí besos a esa teta sino que directamente comencé a chuparle esos pezones, haciendo que mi lengua rotara alrededor de sus pezones. Tampoco noté reacción alguna. Magreaba la otra tetona, consciente de que iba a tener que cumplir mi parte del trato ya que Merche no reaccionaba. Llevaría asi no más de 3 minutos cuando empecé a notar que su respiración se aceleraba un poco. Su otro pezón, el que magreaba con toda la teta, estaba totalmente erizado y duro. Eso era una pista de que algo pasaba. Potencié mis ejercicios de boca en su castigado pecho izquierdo haciendo ya efecto de ventosa o profunda succión cuando noté que su mano izquierda que hasta ese momento había permanecido apoyada tras la zona cervical del asiento, caia suavemente sobre mi cabeza aunque no me removía los cabellos...

¿Qué hacer? Por unos momentos no hice nada. Podía comenzar a reclinar los asientos y seguir desnudandola pero eso podía ser peligroso. Solo al oir claramente un leve gemido, me la jugué del todo. Recliné el asiento de ella y sus tetas quedaron semi aplastadas. Mi boca fue a la suya y comencé literalmente a comermela. Merche comenzó a cogerme de la cara y la cabeza a devolverme los besos y acto seguido se secaba los pantalones. En pocos segundos estabamos en pelotas los dos. Mi cabeza había ido a parar a su coñito que encontré recien depilado. No había ni un solo pelo en él. Sus labios vaginales gruesos parecían pedir rabo por segundos. Le di unos cuantos lengüetazos castigando especialmente su clítoris... comenzaba a estar empapada. Subí y volví a besarla.

Nunca me ha gustado follar en un coche pero las circunstancias mandaban y aunque a Merche eso de mamar pollas no le atraia especialmente, al menos y por fin pude clavarla en coño gratuito de hembra que, por cierto, noté sumamente estrecho. Una delicia de follar.

Le dije que tal vez debía meterme el condón y fue la primera vez que vi a Merche muy confiada porque la cachondez le podía. ¡Quién iba a decirlo! Ese mito de que las recatadas luego son las más putas, no tiene tanto de mito. Os lo aseguro. Ahí tenía la prueba, entre sus muslos y bombeandole el coño a placer. Ella cogiendose las tetas como queriendoselas arrancar. Insistí en lo del condón. Pero me dijo que no. Que le molestaban los condones y que cuando fuera a correrme la sacara.

La verdad es que no quise pensar demasiado en la tapiceria del asiento. Además, si quería mi leche, sus tetas iban a recibir los principales chorros. Al menos iba a intentarlo. Pero antes, quería sentirme poderoso y ver lo que podía costar hacer correrse a esta zorrita recatada y "desconfiada"

Cambiamos de postura, ella se puso encima mio y la amortiguación del coche siguió portandose bien. Sentía sus labios cerrandome el rabo y algo duro que sin duda era su clítoris sumamente inflamado rozandome el tronco de la polla porque literalmente se restregaba con sus caderas. Notaba que en cualquier momento podía correrme y para intentar no hacerlo pensé en otra cosa... me vino a la cabeza el anuncio ese de las mariquitas follando en un coche. Cuincidió con un largo gemido y una especie de parálisis por parte de Merche. Debía ser su modo de orgasmar. Me aseguré de ello viendo como sus pezones sobresalian un poco más. Confirmado: se estaba corriendo.

Me tocaba a mí asi que, deseando que ningun pre disparo de mi lechona hubiese salido hacia el interior de su coño. Así que no perdí el tiempo. Le pedí una cubana. ¡Dios! ¡Por fin una cubana! ¿Cuanto hacia que no hacia una cubana? Creo que fue con la lactante del Loquo con la cual no acabé bien. Coloqué mi polla entre sus tetas colgando ya que Merche había descendido todo lo que pudo para poner su canalillo entre sus ubres. Y comenzó a pajearme con ellas. No tenía mucha experiencia, eso saltaba a la vista pero era todo voluntad y de paso la ayudaba yo mismo con mis movimientos de culeo hacia arriba y a momentos cogiendole yo mismo las tetas. No hizo falta mucho más porque comencé a escupir chorros como una breve cascada blanca y caliente. Un disparo le dio de lleno a Merche en el mentón y la nariz. El resto, cayo sobre mí y abrillante también la zona del canallilo a ella.

Nos limpiamos - siempre llevo kleenex en la guantera - nos vestimos y no hablamos en todo el trayecto. Al menos accedió a que la llevara a casa. Una vez ahí me miró muy avergonzada.

MERCHE: Por lo que a mí respecta... esto no ha pasado.

Abrió la puerta, salió y se encamino a su portal.

No pude ni despedirme.

Ah... el orgullo femenino, que tanto les cuesta reconocer que cachondas son igual o peor que un hombre.



Un video de sexo en el coche, siempre ayudará a digerir el texto, ¿verdad? Ojalá Merche se hubiese portado como esta putita del video. Pero no se puede pedir todo.

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