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Creando escuela

lunes, 21 de abril de 2008

Entre las piernas de una desconfiada

Este fin de semana lo he tenido completito. Tuve que trabajar el sábado por la mañana. Por la tarde, quedé con unos amigos y fuimos a ver el partido del FCBarcelona vs RCD Español. Ya sabéis supongo que soy incha del Barça a pesar de la asquerosa temporada que está desarrollando y que ya veremos que pasará con el Manchester - partido que también pienso ir a ver este miércoles - Lo digo por si alguna hembra cachonda quiere luego quedar conmigo.

Mientras veíamos la porquería de partido, tomandonos unos frankfurts - no esos que tanto me gustan de meter la polla entre dos buenas tetas, sino el de pan con salchica - salieron varios temas. Uno de ellos que me dió la idea de algo pero ya contaré más adelante en otro post. Y también planificamos dónde ir a quemar adrenalina.

La verdad es que entre el puto partido y que la zorra de G no había dado la cara en toda la semana, yo que ya le sacaba el brillo a mi glande para follarmela, iba bastante encabritado y con ganas de "hacer daño", entiendase ésta expresión como la de follar a una hembra lo más duramente posible, como si me frotara el rabo con un kleenex. Para eso habían dos opciones: una ir a lo seguro y pagar a una zorra profesional y la otra opción ir de caza con el consiguiente riesgo de volver sin haber usado cabrona alguna.
Entonces se me ocurrió llamar por movil a Merche. Una hembra de 25 años que conocí por Messenger hace tiempo y con la cual hemos hablado pero no nos hemos conocido personalmente. Es la tipica niña con poca experiencia sexual y muy mojigata excepto cuando se le encienden los bajos. Hemos tenido alguna que otra charla picantona ella y yo pero como ella decía "no le inspiraba confianza ya que no me conocía". Había que solucionar eso y sabiendo que iba a estar encartonada en su casa, le llamé para quedar con ella en una discoteca. No se por qué, me dió morbo intentarlo con ella, supongo porque esa confesión de "desconfianza" me había cabreado un poco y pensaba algo así como "Ya verás por donde te meto yo tu desconfianza". Me las ví negras para convencerla de que se uniera. Le dije que eramos un grupo de chicos y chicas y que la pasaba a buscar en coche si quería. Al final, logré el acuerdo siguiente: "si conseguía ella a su vez convencer a otra amiga para que la acompañara, las dos irían". Quedamos en que me llamaría en unos minutos. Así fue y me dio el OK aunque eso sí, quedamos en la misma discoteca. Nada de que la pasase a buscar porque eso implicaba conocer su dirección y... ¿Y si luego voy cada noche a asaltar su cama para "violarla"? Supongo que eso pensaba.
El partido acabo y fuimos a tomar uns birras para irañadiendo algo de combustible en el cuerpo. Los dos colegas que me acompañaban me dijeron que la pavita con la que me había encaprichado esa noche, en cuanto viera que solo eramos tres chicos, daría media vuelta y se piraría. Puse ojos de Depravator, jajaja y dije "Si se da media vuelta para irse, espero que ya no lleve bragas para darle por culo".
Llegó la hora y como el tiempo estaba jodido en Barcelona, dedidimos esperar ya dentro de la discoteca. Le dije la zona por donde estaríamos en el interior. El tiempo pasaba y los amigos se me pitorreaban en la cara. "Se te ha puesto cara de planta" "Estas perdiendo encanto" "Rascate el bolsillo, si quieres follar, vuelve por el Camp Nou" eran algunas gracias que me soltaban los amiguetes hijos de puta.
Pero mi instinto de cazador y vampiro blanco me decían que no. Que esa madrugada no me iba de vacio aunque fuera chupar un par de pezones. Y estaba decidido que al menos fueran los de Merche.
Cuando mi moral ya estaba bastante derrotada. ahí apareció. Al primer instante no estaba seguro ya que solo la conocía por algunas fotos en su messenger - ver la que he colgado que aunque pequeña, la zorrita no quiso enviarmela asi que tuve que capturarla - pero al final me di cuenta de que era ella. Ésta, a su vez, tambíén me reconoció. La verdad es que ni me fije en quien la acompañaba. No por que no estuviera rica, sino porque cuando me encapricho con una hembra, pues soy exclusivista y solo cuando me rechazan claramente o veo que nada hay que hacer, dirijo mis garras a otra zorrita. Pero con Merche, no había hecho más que comenzar la caza y una cosa estaba clara: yo era el gato... y en celo.

Seguiré luego. Que la cosa fue para largo.

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