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Creando escuela

lunes, 21 de abril de 2008

Entre las piernas de una desconfiada II

Pantalones oscuros, camiseta negra con una especie de chaqueta torera encima. Cabellos castaños... ojos oscuros, ciertos rasgos de marimacho. Exhuberante o tal vez un poco entrada en carnes... 95 de pecho y pezones rosados. ¿Que como sabía esto ultimo? En una charla de hace tiempo, evidenció tener pocos conocimientos sexuales pero conseguí arrancarle que tenía los pezones rosados y su ropa interior habitualmente era beig o "crema". Por supuesto, estaba decidido a confirmarlo el sábado. Para no tenerme confianza, esas revelaciones, me daban un pista que confirmaba mi teoria de que bien oculto en su imagen de "decente" nos topabamos con otra zorra en potencia.

Aunque mis ojos estaban ya fijados en mi presa, me fijé en su amiga. Algunos kilos de más, rubia teñida - ¿Alguien ha visto muchas rubias que lo sean realmente? - una talla de pecho aceptable pero intuia de tetas anchas... es decir, de poco volumen hacia fuera, cosa que son el tipo de pechos que menos me gustan utilizar.

Al principio la cosa fue muy distante... Al fin y al cabo era la primera vez que nos veiamos en persona y era comprensible. Ella demostraba en todo momento más incomodidad que otra cosa, sobre todo cuando le dije a modo de trampa que los colegas se habían dividido en varios grupos y que se habían dispersado unos y marchado otros. Que ahí solo estabamos nosotros tres. Todo eso jugaba en mi contra y lo sabía. Las dos parecían siamesas, medio acojonadas como si pensasen algo así como "en cuanto nos descuidemos nos violan". La cosa no avanzaba y ellas dos se fueron introduciendo al interior de la pista para bailar un poco. Nostros, nos quedamos en la barra sin saber muy bien cuando reaccionar. Fue cuando unome dijo que por ahí no había futuro. Los miré y les dije que, al menos como favor personal, intentaran despejarme el camino con la rubia teñida para ir a por Merche.

Cuando había pasado una hora en donde habían más silencios - en cuanto a dialogo - que otra cosa, por fin los dioses me fueron propicios.. porque a la amiguita le gustaba mamar lo suyo y al cabo de un buen rato en donde hubieron varios amagos de que se fueran, la amiga de Merche comenzó a decir que no se encontraba demasiado bien y prefería irse a casa.

YO- ¿Os llevo?
MERCHE- No. No hace falta - Cara de circunstancias - Pedimos un taxi y ya esta.
YO- No me cuesta nada, mujer.
MERCHE- Que no.

Suficiente. Di por finalizado ese intento de aproximación, más bien mosqueado ya que si algo me revienta son tias asi de tontitas que se quejan de que no tienen novio o no ligan pero son más bordes con el sexo masculino que yo que se. Les pedi al menos poder acompañarlas a coger un taxi. Mis dos colegas, me pillaron a parte para decirme que por su parte ya tenían suficiente y que seguían por su cuenta a ver si les iba mejor. Me sentí imbécil absoluto porque notaba por momentos que la situación se me escapaba de las manos.

Salimos y ahí la amiguita ya no se pudo aguantar y comenzó a echar las papas. Merche, entre preocupada y avergonzada, preguntandole todo el tiempo a su amiga qué coño se había tomado y por lo visto la cosa estaba por cierta medicación que llevaba días tomandose y que era contraproducente con el alcohol. Se había olvidado.

Lo intenté por última vez ya que de camino a la zona de taxis, la amiguita se detuvo un par de veces más a potar de nuevo.

YO- ¿Oye pero crees que esta en condiciones de coger un taxi? Como vomite dentro os muelen a hostias. Eso si os deja entrar viendo el panorama.

Merche no sabía qué hacer. El tema le sobrepasaba y entre su timidez y viendo que su amiga la estaba montando bien, me miró con cara de optar por la opción más logica pero menos deseada. Me dijo que vale, que la llevara a su casa y que luego ella cogería un taxi. La cuestión era que no supiera donde vivía, la condenada... ¡coño, pero que miedo doy a algunas!

Las dos detras y yo conduciendo lo más pausadamente posible ya que no quería que vomitara dentro su amiguita poniendo yo de mi parte con exceso de volantazos.

Llegamos a la zona baja de la ciudad y ahí frente al numero 118 de cierta calle, bajaron. Hice lo propio más que nada para acompañarlas al portal. Merche me dió las gracias y me dijo que ya podía irme. Nos dimos un par de besos - a su amiga solo le dije "mejorate" porque apestaba a vomitos - y se perdieron en el interior del portal.

¿Qué hacer? Me pregunté. Algo me decía que Merche incluso era capaz de quedarse a dormir en casa de la amiga o llamar a la policia. Me sentia un total gilipollas pero no me moví del portal en los 20 minutos siguientes y supongo que porque algo dentro de mi, me decía que esperase.

De repente la luz interior del portal se abrió y supe que alguien bajaba. La puerta se abrió y de no ser por su propia mano, el grito es espantoso por parte de Merche. Supongo que mi presencia apoyando mi espalda en un costado de la pared que daba a la puerta del portal era para acojonar porque a esas horas no se espera a nadie.

MERCHE- ¿Pero que haces aún aqui?
YO- Esperar a que viniese el taxi o ¿no lo has llamado?
MERCHE- Iba a buscarlo ahora.
YO- Pues no se tú pero lo encuentro algo peligroso, siendo la hora que es y por donde debes pasar para ir a por el taxi, además de que debes encontrar uno y que esté disponible.
MERCHE- Se cuidarme solita.
YO- Mi oferta de llevarte a casa sigue en pie.
MERCHE- Ya pero no. Ya has hecho bastante. Gracias.

Se acabó... no iba a arrastrarme más, sobre todo con hembras asi de cabezotas y desconfiadas. Merche se había ganado diploma con eso. Me encaminé al coche y me puse dentro. Encendí el motor y miré por ultima vez... o al menos eso creia. Pero Merche ya no estaba ahí donde la había dejado. ¿Joder se podía correr 200 metros en menos de 30 segundos? Me sentí poderoso, jodida y estupidamente poderoso. Mi halo "maligno" seguía intacto a pesar de la poca práctica en los ultimos meses. Noté de repente cuando ya hacia maniobra con el volante, unos golpes en la ventanilla de copiloto. Entonces me acojoné yo. ¿Me iban a robar? Solo me faltaba eso ya. Pero no porque era Merche que me miraba con una sonrisa algo forzada pero también mostrando cierto arrepentimiento. Bajé la ventanilla.
MERCHE- Creo que no lo estoy haciendo demasiado bien, ¿verdad?
Sonreí.
YO- Bueno supongo que si tuvieras una pistola apuntandome igual te sentirías más segura.
Me hizo señas de que abriera la puerta. Entró y me dijo la calle y el número. Volví a hacer una mueca de sonrisa y arranqué.
Serian cerca de las 4 y media de la madrugsda cuando decidi poner toda la carne en el asador. Total no le inspiraba confianza, ¿no? Seguramente iba a ser la primera y ultima vez que nos vieramos, asi que...
YO- ¿Asi que pezones rosados?
Fue instantáneo.
MERCHE: Para le coche.
Pero yo había sido más rapido y estaba tomando una dirección hacia una zona que conocía bastante apartada y tranquila. Notaba que producía adrenalina a borbotones. No respondía su pedido. Simplemente continué.
YO- ¿Siempre reaccionas asi?
Ya no contestaba. Se daba cuenta de que no ibamos a donde me había pedido y al poco ya había parado el coche.
YO- Oye solo quiero charlar un poco.
Merche respiraba muy agitadamente y eso hacia que me fijara más a la altura de sus tetas, que por el momento seguían ocultas.
YO- Mira, te propongo un juego.
MERCHE- No quiero jugar a nada.
YO- Te prometo que no hay truco y sere respetuoso con tu decisión.
Por fin logré que me mirara a la cara. Entonces fui rapido en la propuesta:
YO- Mira, te desnudas de cintura para arriba, yo veo tus tetas, te las chupo un poco y si no te gusta lo más mínimo, te llevo a la zona más cercana donde puedas pedir un taxi y no me vuelves a ver en tu vida.
MERCHE- Es que ya no quiero saber nada más de ti ni verte en la vida.
YO- Supongo que me lo merezco por el mal rato que ahora mismo te estoy haciendo pasar pero es que, sinceramente, me jodió tanta desconfianza hacia mí.
Ella parecía casi a punto de llorar y eso me descolocó. Coño tampoco era para tanto... o igual si pero es que cuando voy ultracachondo y algo mosca... no tengo medida a veces.
MERCHE- ¿Y como sabrás a tu entender si me gusta o no? Yo puedo decir que no me gusta y entonces ¿qué? ¿harás lo que dices o seguirás?
La verdad es que me sentía por momentos culpable. Asi que, supongo que como un intento de volver tras mis pasos, le dije que, sino le gustaba simplemente debía permanecer quieta y con respiración tranquila, que al menos le habría visto las tetas pero que, si por el contrario le gustaba, debería coger mi cabello o removerlo, aplastandome hacia ella.
Y entonces no supe qué me palpitó mas fuerte, si la polla dentro de los calzoncillos o el corazón, porque Merche, comenzó a desabotonarse la torera manteniendo una mirada fija al frente. En cuestión de segundos, iba a ver las tetas de una desconfiada.

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