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Creando escuela

lunes, 16 de marzo de 2009

Entre coños, tetas y alguna sorpresa II

Cuando me había asegurado todo lo posible de que se respetaban las reglas, procedí a pasar cerca de todas y cada una de ellas. Luisa y María tambien estaban con los ojos vendados aunque se habian descartado en el juego. La cuestión era que nadie viera nada. Sí ya se que esto era relativo porque probablemente acabarían hablando en algún momento pero la situación, ya de por si, era bastante morbosa.

Pasé primero por cerca de Eulalia. Situandome tras de ella, pose suavemente las manos sobre sus hombros unos instantes. No reaccionó, salvo unas inevitables risitas suaves. Su mano no se puso sobre la mía. Pasé a la siguiente: Lourdes. mis manos sobre sus hombros. Nada. Sin reacción. "0-2" pensé "voy a quedar fatal". El turno le tocó a Mari Carmen. Nada. Irene, nada. Entonces, pasé por Luisa aunque estaba descartada. Nada y miré a María. Nada. Entonces hablé y jugué con su psicología. Las quise poner nerviosas.

Yo: Bueno, han habido dos respuestas afirmativas.

Todas se removieron en sus zonas e hicieron amago de hablar, controlando la risa, pero se les notaba cierta sorpresa. Les dije que no dijeran nada.

Yo: Voy a volver a pasar para confirmar el tema o para que haya una segunda oportunidad por si alguien se echa atras. Pero es el último pase que voy a hacer. ¿De acuerdo?

Y así lo hice. El mismo ritual solo que... más atrevido. Eulalia recibió mis dos manos en los hombros, pero "accidentalmente" en su camino hacia ellos, se pasaron un poco por sus relieves mamarios. No dijo nada. No hubo respuesta. Hice lo mismo con Lourdes, ninguna reacción. El turno fue para Mari Carmen y la respuesta fue... ¿positiva?. Vi que su mano se iba hacia la mia como un rayo y me tocaba para volverla a bajar. Vaya, vaya, vaya... la más guerrera se delataba... Seguí el camino y le tocó el turno a Irene. No. Sin reacción. ¡Lástima! la tetona de cintura estrecha no quería saber nada de Depravator... Volví a pasar por Luisa y sin reacción. Y entonces, pasé por María. Atrapé con todo descaro ambos pechos que tan bien conocía y ella con las dos manos, cogió las mias. Respiró profundamente y luego dejo de tocarmelas. Me acerqué a su cuello y lo besé con fuerza y largamente. Lo mordí un poco y ella suspiró más profundamente.

Al terminar la segunda ronda, me acerqué a Mari Carmen y le cogí la mano para que se levantara. Asi lo hizo y hablé.

Yo: Sed pacientes. Al final me llevo a una de vosotras a la habitación. Luego volveremos y podréis quitaros los pañuelos. Hasta entonces, respetad el pacto. No hableis. Nos os movais.

En pocos minutos tenía Mari Carmen apoyada en las puertas de un armario empotrado de la habitación que tan bien conocía. No le había permitido quitarse el pañuelo y la fui desnudando. Ella respiraba de un modo muy acelerado. Me pidió varias veces quitarse el pañuelo, pero le dije que no. Que se trataba de que sintiera el tejido muscular vivo. A los pocos segundos estaba desnuda ante mi y yo también lo estaba. La arrojé sobre la cama y comencé a devorarla. A pesar de ser la más madura del grupo, se notaba que se cuidaba bien. Era cuerpo de gimnasio y unos pechos maduros que no puse más de 42 o 44 años. Tenía dos preciosas mamas de una copa 95 y unos pezones café claros bastante escandalosos. No eran unos pechos duros pero tampoco demasiado flácidos. La magree entera bien magreada y ella tenia reacciones a ratos contraopuestas. Como si quisiera dejarlo, vestirse y volver al salon o también se dejaba llevar por la situación. Su lucha coño contra cerebro, como tantas veces he visto en mujeres, estaba siendo, por el momento, vencido por su coño. Lo masturbe, combine potentes lametones clitorianos con dos dedos limandole duramente el coño. Ella se apretaba los pechos y trataba de controlar sus expresiones para que no la oyeran. Me puse sobre ella y con mi polla ya bien erguida y marcando musculo vivo, comencé a frotarle la raja de abajo arriba con todo mi tronco fálico. Eso la puso a mil por hora. Sobre todo cuando le rozaba vertiginosamente su clitoris. Mientras hacia eso, le mamaba los pechos con furia. Ella me los ofrecía con frenesi incontrolado. "Aquí tenemos a la que prefiere latex" pensé... y me sentí poderoso. Una sensación deliciosa que os recomiendo a todos experimentar. No hay nada como ver a una mujer que entierra su orgullo en su clitoris ansioso.

La puse a cuatro patas y la monté como una perra en celo. Le daba tantos empujones salvajes que ella no encontraba posicion para mantener un equilibrio estable. Sin mi permiso, se quito el pañuelo y eso me enfureció. Por eso la cogí de los cabellos que use como bridas y la bombee con brutalidad. Ella ya no podia evitar algunos gemidos poco ahogados. No se podía. Mi polla la taladraba y sus tetas parecían a punto de salir disparadas de su torso. Se las tuve que coger y apretar duro. Oi que me susurraba "más fuerte, hijo de puta... dame más" Y le di más notando que su respiracion se alteraba y sus paredes coñiles me presionaban a espasmos la polla. Eso era un orgasmo. Pero no paré. Segui dandole hasta que poniendome en pie, la cogí en volandas y la taladre contra la pared con ella sobre mi falo abierta de piernas y ella pasando sus manos por mi cuello. Su coño estaba totalmente embalsado. el chapoteo de sus flujos al recibir polla eran audibles con facilidad y volvió a correrse y yo a depositar mi lechada salvaje y brutal sobre su coño. Solo espere no preñarla pero lo cierto es que me salia la leche a chorros al menos en sus 10 primeros disparos. Entre su flujo y mi leche dejamos el suelo perdido. Los dos sudados, acabamos cayendo sobre la cama. Miré el reloj: 22 minutos. Quedaban 8 aproxidamente para que ambos volvieramos "como si nada" al salon. Nos adecentamos como pudimos y Mari Carmen pareció especialmente nerviosa por dar una apariencia de normalidad. Para que no pudiera notarse que había sido ella la "usada". En cuanto a mí, no me importaba que se notara.

Lo logró a penas se notaba un poco de rubor en sus mejillas pero en poco tiempo estaba en su sitio, como si de ahi no se hubiese movido. El resto, simplemente, estaba ahí y me parecía casi imposible que hubieran respetado el pacto. Cuando di la señal todas se quitaron el pañuelo de sus ojos y presté especial atención a... María. Esta no me miró precisamente sonriente. El resto se miró entre si y no se si actuaban como actrices pero lo hicieron bien porque se llegó a la conclusión de que no había pasado realmente nada. Que todo "había sido un juego psicológico montado por mí" Pero yo las hice venir a todas a la habitación y la cama estaba literalmente impresentable. El olor a sexo presente. Se miraron entre si... y fue Eulalia que soltó "¡¿pero quien ha sido la cerda?!" con una risa incrédula. María pareció aun más molesta y le dije que me encargaba de adecentar la habitación. No me respondió.

La verdad es que después de eso, lo mejor era ya la retirada. El ambiente se había enrrarecido irremediablemente porque estaba claro que ahí alguna de ellas había follado y parecía increible que esto hubiese pasado. Llegó el momento de las despedidas y fue al bajar cuando María me detuvo con la mano para decirme susurrantemente "¿Núnca cambiarás, verdad?" La miré y aparte unos cabellos de su cara. "Sabes que no"

Y pensé en esa pregunta hasta que logré dormirme despues de una reconfortante ducha.

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